Florece el presentimiento aturdido
marcado por las huellas pisoteadas del olvido.
Borran caminos de ambiguas oportunidades
perdidas,agoniza el desertor,infámes
las voces que ensuncian sus conciéncias
posibilitando el miedo, en todas sus esencías.
Vertida la culpa en el frondoso lodazal
del tormento personal,la cosecha del mal
será recogida, sin previo aviso,
la muerte llega en carruaje blanco, conciso.
La humillación creciente,semilla de las gentes
que no pueden elegir,almas penitentes
vagan etéreas por la soledad aturdida,
compañera fiél de la oscuridad enternecida.
La voluntad del perdón
una vez más, ha sido enterrada
a la vera del funesto paredón.
miércoles, 20 de enero de 2010
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