Cayucos acariciando nuestras costas,
en su interior,vidas sesgadas por la no solidaridad,
estiran sus débiles manos,rozan la presunta libertad,
el sueño de una vida mejor,frágiles notas,
de música amable,generosa y plena de felicidad.
La travesía es un calvario desconocido,
la tierra natal, una pesadilla en pos del olvido,
su anhelado provechoso futuro, un falso amigo,
sus vidas en este nuevo mundo,importan un comino.
Quién no fallece en tal y cruel intento,
muere de desgana y fatíga, si consigue su objetivo,
aquellos supervivientes,de ambos, no hay adjetivo,
para explicarles que siempre llegan en mal momento.
La ansiada, progresista y salvadora civilización,
les aparta en vida de su ilusión,
agua, manta,y un firme empujón,
colóquense en esa oscura,insolidaria habitación.
No hay papeles, no hay nada que hacer,
sobrevivir a tan magno infierno,
para derramar las lágrimas de la incompresión,
de regreso,eso si, en flamante avión.
Sobre los asientos vacios de aquellos desconocidos,
que ahogaron su ilusión, sus vidas, en esa partida,
hacia la tierra prometida.
lunes, 1 de marzo de 2010
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