miércoles, 21 de abril de 2010

Sermón (63)

El rocio de tus lágrimas en la mañana,
se convierte en dulce aroma invernal,
que seduce con envolvente ardor pasional,
la gélida nieve que cubre con desgana,
la sinuosa figura que abrigan mis manos.
Nuestros cuerpos aún calientes, abrazados,
como dos amantes desvalidos, sin hora,
como firme guillotina que separa nuestra honra.
La despedida tiene olor de sepultura,
el no saber cuando amaneceremos juntos,
de nuevo,marchita de amor mi libre y pura
conciéncia,donde naufragan mis sentimientos,
no puedo elegir, afloran los verdes resentimientos.
Tras el ruido de una puerta cerrada,
tus pasos, se alejan olvidando mi compañia,
sollozo como un niño despojado del cuento y de su hada,
soy un muerto,famélico de vida, me faltas, tú, mi guia.

4 comentarios:

  1. El amor y el desamor parece siempre ir de la misma mano.
    Como ves he aceptado tu invitación y de mucho agrado. Bonitas palabras, bonito blog. Un saludo.

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  2. Hay pocos sonidos tan terroríficos como los que nos recuerdan a unos pasos que se alejan...
    Las despedidas son siempre, tan dolorosas...

    Un beso, don Vito.

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  3. La despedida, el adios, el saberte muerto en vida.. ¿como lloramos el adios?

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  4. Increíble estos versos, llenos de pasión y de dolor por la despedida.

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