Belleza agreste,fría,calculada
acarícia con sublime ansiedad tu dorada
e íntima piél,realzada y enmarcada
por ese brillo generoso,necesitada
de susurros aterciopelados,inmaculados
rebosantes de pureza,maniatados
los deseos,en pecera adormecida.
Bajo la sombra envidiada,retraida
por el ocaso de tus sienes plateadas
en antaño repudiadas,hoy deseadas,
el tren de la eternidad descansa
en la estación de tu confianza.
Dorada parada,brillando al silbido
de la flecha agradecida de Cupido.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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