Oprimido por el miedo al engaño,
me debato entre la muerte
digna
si es que la hubiera
o el suicidio sin suerte
que no es otro
que renunciar al amor propio.
Contrariado en esta ambígua lucha
renunciando a ser yo mismo
desembarcando mi futuro en este abismo
que se ha convertido
mi último latido.
Más duro que no tenerte
es tener que compartirte.
sábado, 28 de noviembre de 2009
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