El canto de sirena despierta
mi sed
golpea con mi voz mi puerta,
de la vejez.
Anhelo la infancia perdida
injustamente vejada,sometida.
Recuerdos en color poco propícios
pistas señaladas invocan al indicio
de la falta de comprensión,
desterrando a ese niño
lleno de ilusión.
Con el paso de los inviernos
uno piensa,se da cuenta,
de que el mayor de los infiernos,
es el humillante dominio que regenta
el más apestado,hediondo de los humanos,
no es otro que una voz poco atenta
impartiendo gobierno con sus manos ...
y no es la conciencia ...
sábado, 28 de noviembre de 2009
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